domingo, 4 de marzo de 2012

Río de lágrimas


Y en el perfil de aquella noche, se vislumbraba el oscuro arder, de las horas que pasé bajo la lluvia, intentando ver dónde había que hacer. Me sentí tan destruida en aquel paraje de colectivo, cuando el color del cielo gris, se hizo inmediatamente mío. Sentí el calor duplicar mi ser y al mismo tiempo el frío asfixiante que me traspasaba los finos guantes. Sentí el adiós tan impactante y desolador ser únicamente un adiós, en un mar de dolor. La lluvia no me ayudó, siempre tan bella, hoy me torturaba gota a gota. El dolor se volvió insoportable, cuando las calles inundadas comenzaron a rebalsar. El agua tocó mi calzado de tela y lo atravesó de forma fugaz.
No habría más cálidos abrazos, ni suaves besos. No habría más una pequeña fogata de amor, en las noches de tormentas heladas. Ni habría jamás, un sol en los días nublados cuando la vista hace que duela y es mejor mantenerlos ojos cerrados…Ahora, sólo habría frío y lo más cercano al calor, sería aquel ardor que me mortificaba cada centímetro de mi piel.
Subí los pies de forma intuitiva, intentando protegerme así de algún golpe que estaba por chocar contra mí. Tal vez, en realidad sólo intentaba sacar los pies del agua, cuyo nivel subía cada vez más. Mis ojos perdieron la capacidad de ver el mundo, cuando lejos de verte a ti, sólo veían el bar inmundo, donde sin más que una gota de sudor agotador, me dijiste que no querías nunca más decirme: “amor”. Desapareciste aquella noche, sin más pistas que las palabras que se había llevado el viento. Y hoy estoy aquí, intentando encontrar la cola del cometa que una vez figuraste ser en mí. Intentando que tu aroma me lleve a dónde te escondes y que tus ojos me miren otra vez.
La tormenta se ha hecho más fuerte, el frío ardor que siento en el pecho, se ha transformado en una puntada hiriente. He decidido no moverme, ¿O es el frío quien me retiene? Mis ojos manchados de rojo, no dejan de despedir lágrimas de odio, ¿Dónde estás que no vienes a salvarme? ¿No dijiste una vez que me cuidarías por sobre todo? He perdido la posibilidad de decir, ya no hay más que agua rodeándome a mí, ¿Son mis lágrimas o es la lluvia? Ya olvidé como diferenciarlas. E inmersa en un río de dolor, dejo que me lleve, a la deriva de un corazón roto. Y el agua me está llevando, ya no estoy más en el pequeño refugio que me protegía del impacto de las gotas heladas, ni estoy más observando el inmundo bar, donde nunca más te podría dejar de amar. No hay más sonrisas bellas, detrás de mis pupilas húmedas, ni más recuerdos gratos entre mis manos ahora tan lúgubres. He dejado atrás la capacidad de respirar el aire glacial, el agua me lleva tan tierna, que me mece en su corriente. Sus manos ya no son tan frías, ahora me tratan de forma tibia, me han despojado de cada dolor y en mi mirada fija sólo hay calor. Mis manos, no oponen más resistencia y se mueven continuas al compás de la marea. La ciudad, se ha convertido en un punto, un punto lejano, donde en alguna cuadra de aquellas mugrosas calles, hay un bar inmundo, donde sólo te pido que calles…

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