domingo, 4 de marzo de 2012

No entienden...


Cuando mis ojos están húmedos, por más que diga una y otra vez que es el sueño, algo en mi ojo o que bostecé, siempre deberías saber que hay algo detrás de ese brillo. Cuando mi boca tiembla, nunca me creas si digo que es frío. Cuando no te miro a los ojos, no hago otra cosa que contener un suspiro.
Cuando estoy mal, suelo fingir alegría sólo porque necesito que se den cuenta. Pero la gente no entiende.
Cuando digo que no quiero hablar, es porque necesito hablar urgente. Pero la gente no entiende.
Cuando digo que te vayas, es porque más que nunca necesito alguien a mi lado. Pero la gente no entiende.
Cuando presiono los ojos fuertemente, intentando perderme en la oscuridad que alberga mi interior, es porque no puedo soportar tanta luz sin el brillo que busco yo. Pero la gente no entiende.
Cuando mi voz tartamudea y suena ronca pero apagada, nunca me creas que es porque estoy “algo cansada”. Pero la gente no entiende.
Cuando miro hacia abajo y dejo de mirar el cielo, es porque olvidé como encontrar en las nubes dibujos alegres y tiernos. Pero la gente no entiende.
Y lo que nunca entenderá la gente, y es lo que me hace sentir tan sola en este mundo, es que por más que el aire sea tibio y finja tener una sonrisa en el rostro, cuando mis ojos están distantes, lo que de verdad alberga mi interior es algo más triste que el odio. Nunca aprendí a odiar, simplemente, es algo enorme y duro llamado soledad.

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