miércoles, 16 de noviembre de 2011

Inundación

Y no soporto el silencio. No soporto imaginar tu voz e intentar olvidarla. No soporto ni el más suave sonido cuando me faltás vos. Me sofoca el silencio, me aturde y me marea. Todo se ve borroso, se me empañan las ideas. Un momento se cuela por la retina de mis ojos distraídos y ¡Ah! Mi perdición. Tu palabra de nuevo infiltrada en mí. Se esconde en el rincón más alejado de mi mente, me aturde como un secreto que no quiero escuchar, porque hasta el más tibio murmullo aturde el corazón cuando de verdad nos duele.
Todo se ha vuelto oscuro, siniestro. Pierdo las horas pensando una solución, una escapatoria, ¿de verdad eso busco? Tal vez sólo es la excusa perfecta para perder esta batalla, entre el corazón y la mente, la pasión y la sensatez. Sólo dejo fluir el dolor que la tempestad deja caer en mí, el grito desalmado de los rayos y el suave crepitar de la lluvia que de a poco me va destruyendo. Cada gota se convierte en una palabra tuya, cada charco en un momento.
La ciudad se ha inundado de ti y yo… Yo también.

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